miércoles, 24 de febrero de 2016

Enajenados

ALBERTO ARANGUIBEL B. | 05:00 a.m.
Enajenados
Para el opositor común, la cárcel es el destino necesario e ineludible para todo aquel que simplemente difiera de su apátrida, neoliberal y pitiyanqui punto de vista sobre lo que debe ser el país
Desde hace ya varios años no encuentro un texto de ningún opositor en las redes sociales que no se refiera a los chavistas calificándolos con denuestos e improperios de toda clase, rematados siempre con la amenaza del sombrío futuro carcelario que le auguran con grosera fruición y hasta con nerviosa lascivia.

Para el opositor común, la cárcel es el destino necesario e ineludible para todo aquel que simplemente difiera de su apátrida, neoliberal y pitiyanqui punto de vista sobre lo que debe ser el país.

Una cultura de auténtica persecución ideológica sembrada en la mente de ese sector desde la instauración de la doctrina betancuriana del “disparen primero y averigüen después” que tanta sangre hizo correr en Venezuela y que tanto dolor dejó sembrado en el alma de los venezolanos.

Desconcertante amenaza la de la cárcel que le deparan al chavismo, cuando se lee con detenimiento la exposición de motivos del esperpento de ley de amnistía que hoy esa misma derecha persecutora propone en la Asamblea Nacional.

En su discurso contra la argumentación de los diputados revolucionarios que denuncian la aberración del proyecto, el presidente de ese cuerpo legislativo amenaza con prisión inexorable nada más y nada menos que a todos y cada uno de los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, como en una suerte de remate glorioso a lo que los integrantes de su propia bancada le ofrecían en sus intervenciones a los parlamentarios de la revolución. Todos, sin excepción, prometieron a diestra y siniestra la cárcel como destino único y final a quienes refutaban en sus desgañitadas intervenciones.

Pedir la liberación de hipotéticos presos políticos amenazando con cárcel a quienes abogan por la justicia, es una barbaridad que pone en evidencia la inmoralidad de la propuesta. De ninguna manera se trata de una búsqueda de la reconciliación (que ellos mismos han destruido a punta de golpe de Estado, guarimbas y guerra económica), sino de la auténtica doctrina de la impunidad que les es tan propia.

Una bancada que ha impuesto el uso de la inmunidad parlamentaria como visa para la excarcelación de criminales ataviados de políticos, no tiene la más mínima catadura moral para hablarle de reconciliación al país.

Su sed de poder a como dé lugar los lleva a la más brutal enajenación.

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