lunes, 29 de febrero de 2016

Otro Caracazo, plis

En el este del Este, amaneció aquel 27 de febrero de 1989 como si nada
En el este del Este, amaneció aquel 27 de febrero de 1989 como si nada. Aquellos días cuando éramos felices y no lo sabíamos, cuando los venezolanos no conocíamos de divisiones, cuando “los venezolanos” éramos solo nosotros, los que todavía podíamos comer, los que caminábamos indolentes por las calles saltando niños que dormían sobre cartones. Los huelepega, les llamábamos con miedo y desprecio.

Entonces era normal el goteo de muchachitos, que aún no mudaban los dientes de leche, vendiéndote yesqueros, bolígrafos, flores, mientras tú y tus panas intentaban comerse una arepa en Doña Caraotica a las 2 de la mañana después de una rumba discotequera. Ni los mires, ni les contestes porque te caen como cien carajitos a pedirte una arepa. Qué ladilla con esos chamos, pana.

Los barrios eran el Coco, una especie de mito que metía miedo porque un día podían “bajar”. Los barrios, una cosa abstracta que latía peligrosamente más allá de nuestros muros con garita de vigilancia. Nos tenían rabia allá arriba, como si nosotros tuviéramos la culpa de que ellos fueran unos flojos que no quisieron estudiar. Resentimiento de rancho, chamo, quieren ser como uno pero sin trabajar. ¡Oh, aquella Venezuela en la que todos éramos hermanos!

Amanecimos aquel 27 de febrero como cada día. Ignorábamos el rugido que despertaba, y cómo no, si ignoramos el hambre, la miseria, la desesperanza de la mayoría de los venezolanos, como ignorábamos con arrogancia nuestra propia debacle clasemediera mientras colgábamos del abismo a la pobreza agarrándonos con las uñas comidas. No es sorpresa que el Caracazo nos tomara por sorpresa. Tampoco es sorpresa que hoy, cómodamente, desde un sofá el este del Este, invoquen otro Caracazo para que volvamos a ser felices y no lo sepamos.

Pero no hubo estallido; ni ardió el Oeste de la ciudad, de Chacaíto para allá, plis; ni hubo suspensión de garantías constitucionales; ni militares masacrando al pueblo, tal como sucedió en tiempos democráticos de CAP. Como no pasó ninguna de estas cosas que mostrarían, sí, a Maduro como un maldito dictador genocida, decepcionados, los mismos que creen que Ramos Allup representa un liderazgo nuevo, afirman amargamente que este país está condenado al desastre porque el pueblo, además de feo, bruto y flojo, tiene la memoria muy corta.

Carola Chávez

domingo, 28 de febrero de 2016

Acabar con los mitos acerca de la conciencia de los derechos humanos



Acabar con los mitos acerca de la conciencia de los derechos humanos

El apoyo público generalizado para los derechos humanos es un frente falso: no se trata de un movimiento masivo sino de un rebaño unido débilmente. Una contribución al debate
Hay un conjunto de mitos en torno a los debates sobre la opinión pública y la promoción de derechos humanos que necesitan con urgencia ser derribados; o al menos requieren una explicación honesta. Los defensores de los derechos humanos idolatran la “concientización” como si por sí sola tuviera un efecto mágico para detener los abusos, y estos mitos dan forma a los proyectos que recopilan datos sobre la percepción pública y respaldan las propuestas de estrategias eficaces de encuadre.
Pero la educación no es una panacea para la represión y la desigualdad. La difusión de los abusos es necesaria, pero no es suficiente para protegerse de ellos. Por ejemplo, existen muchos casos recientes de violaciones de derechos humanos cometidas a la vista de todos, con pruebas fotográficas, lo que es un fuerte indicio de que el poder de atestiguar simplemente no es suficiente para detener los abusos. Este dogma fue lo que impulsó a la Coalición Save Darfur (Salvemos a Darfur) a estampar lemas sobre el genocidio en pegatinas y camisetas y llevó a que Invisible Children (Niños Invisibles) tratara de hacer famoso a Joseph Kony. Asimismo, si los datos muestran que hay apoyo público positivo para los derechos humanos, esa información solamente es útil si la opinión pública se lleva a la práctica de manera eficaz. Pensar, saber y ver es muy distinto que actuar, y asumir que existe un detonante causal natural es un cliché peligrosamente común.
Una fe determinada motiva el deseo de difundir el evangelio de los derechos humanos para que sea parte del criterio dominante. Después de todo, lo que alguna vez perteneció exclusivamente al ámbito de los revolucionarios, los abogados y los diplomáticos, ahora es una lengua vernácula mundial para hablar de justicia y libertad: un cambio tremendo que claramente se debe al trabajo de las ONG transnacionales de derechos humanos. No es casualidad que el público en general tenga una opinión sobre los derechos humanos. Los defensores de derechos trabajan con tenacidad para que la gente común conozca el marco de derechos humanos, y así construir una base dentro de la sociedad civil desde la cual operar. Pero ¿en qué beneficia esto a la causa de los derechos humanos?
Dos argumentos ayudan a explicar el poder de la opinión pública para los derechos humanos: el presunto papel de los mecanismos culturales y el de los coercitivos. Los argumentos culturales se basan en el supuesto de que entre más consciente esté el público de los derechos humanos, tendrá menos probabilidades de tolerar las violaciones, y será menos probable que los Estados las cometan. Las tácticas de nombrar y avergonzar ilustran lo anterior: entre más profunda sea la difusión de las normas, más fuerte será la influencia de los defensores. La transformación de las actitudes culturales hacia los derechos humanos tiene el objetivo de causar efectos políticos indirectos, pero cambiar las normas toma mucho tiempo.
El apoyo masivo a los derechos humanos, por otra parte, puede equipar a las organizaciones de promoción con herramientas coercitivas para desplegar en la práctica, es decir los nombres y los cuerpos de sus partidarios. Convertir la opinión popular en un compromiso masivo con los derechos humanos es la verdadera tarea de las ONG. La redacción de cartas de Acción Urgente, por ejemplo, se basa en la noción de que la unión hace la fuerza. Entre más cartas se escriban a favor de una presa política, mayor será la probabilidad de lograr su liberación. Lo mismo ocurre en cuanto a las llamadas de teléfono a los funcionarios electos, las firmas en una petición y los participantes en una manifestación. Mediante la aplicación de presión política directa sobre los violadores, al elevar los costos de la inacción, el apoyo público puede expresar sus características más prometedoras. Los números importan si suponen una amenaza creíble de alteración, como en las huelgas generales o las marchas obstruccionistas. Si la amenaza no existe, simplemente son números en una página.
Pero esto no parece ser tremendamente importante para muchos grupos de promoción, buena parte de los cuales se enfoca cada vez más a hacerse notar a través de medios nuevos y tradicionales, como un sustituto de la acción directa. El énfasis en la publicidad y las redes sociales como plataformas de mensajes para las campañas de derechos humanos refleja una compulsión de reunir seguidores, visitas y likes. El apoyo público generalizado para los derechos humanos a menudo es una bandera falsa: un señuelo que representa un movimiento de masas cuando en realidad solo existe un rebaño unido débilmente. Cuando lo más efectivo sería la acción colectiva, solamente podemos reunir los actos insignificantes de individuos atomizados.
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Many advocacy groups, portraying a compulsion to gather followers, hits and likes, are increasingly geared towards generating buzz through traditional and new media as a substitute for direct action.
 

Las ONG animan a sus seguidores a que se sientan parte de algo, para vender la imagen de un movimiento democrático, de bases populares. Sin embargo, Ken Roth de Human Rights Watch sugiere que esta falta de acción colectiva es por diseño y no por defecto. Sostiene que las élites son los principales objetivos del activismo de derechos humanos y que las ONG no deberían molestarse en “construir un movimiento de masas” debido a las limitaciones de recursos. Dada la enorme actividad que Human Rights Watch y muchas otras organizaciones dedican a cultivar audiencias para los contenidos de derechos humanos, parece algo extraño hacer ese comentario. En ese caso, ¿cuál es la función de los millones de seguidores en las cuentas de Facebook, Twitter, YouTube o Instagram de HRW?
Aquí es donde realmente importa la diferencia entre la concientización y la movilización masiva. Después de todo, la difusión es una estrategia clave de muchas ONG destacadas de derechos humanos, como Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras, United to End Genocide (Unidos para detener el genocidio), Enough Project (Proyecto ¡Basta!), Invisible Children y Oxfam. Human Rights Watch, de hecho, pide una “membresía”. Pero no se refiere a “miembros” en ningún sentido significativo. Lo que realmente quiere decir es “donantes”. Y esto no es una gran sorpresa. Las ONG necesitan dinero para funcionar, y los donantes individuales son una importante fuente de ingresos. Así que, si realmente no están construyendo un movimiento de masas, y en realidad solo quieren donantes en vez de emprendedores, ¿para qué molestarse siquiera en hablar en términos de membresía?
Por lo visto, la apariencia de contar con apoyo público es tremendamente importante, incluso para las ONG orientadas exclusivamente hacia el activismo de élites. Las ONG animan a sus seguidores a que se sientan parte de algo, para vender la imagen de un movimiento democrático, de bases populares. La opinión popular, entonces, ofrece a los activistas un barniz a partir del cual pueden operar y que pueden usar como palanca en sus discusiones con las élites: es un sustituto de un movimiento real. Las actitudes del público pueden indicar el número de miembros y demostrar a cuántas personas “les importan” los derechos humanos. Es posible que exista una fuerte correlación entre las cifras de recaudación y la opinión pública, pero debemos tener cuidado con las conclusiones que derivamos. El dinero ayuda a que las ONG lleven a cabo políticas coercitivas, pero no hay que exagerar el grado en que la opinión popular es algo más que un gesto simbólico sobre la aceptación de las normas de derechos humanos.
La opinión pública es un reflejo de la fortaleza y la viabilidad de las normas de derechos humanos si sus defensores trabajan al servicio de la dignidad. Las actitudes populares sobre los derechos humanos no se corresponden necesariamente con la presión para el cambio político. Este mito no es algo que se pueda asumir inmediatamente, ni debe guiar los esfuerzos de promoción por su cuenta. La creación de conciencia en el pensamiento dominante debe considerarse útil solo si se combina con el aparato adecuado para hacer realidad los objetivos de derechos humanos.


viernes, 26 de febrero de 2016

Inteligencia y patriotismo para vencer la crisis

Venezuela necesita inteligencia y patriotismo. Necesita altas dosis de ambas cosas. Inteligencia para comprender la magnitud de la crisis y patriotismo para promover los acuerdos indispensables y los consensos necesarios para superar las dificultades.

La crisis no se agota en lo político. Salir del Presidente y de su gobierno no es necesariamente, lo que el venezolano. quiere.  Porque Todas las fórmulas que se proponen requieren tiempo y confrontación.
Las soluciones deben comenzar a ponerse en marcha hoy mismo. El hambre del pueblo no aguanta largos meses de debates políticos, constitucionales y jurídicos. Hay que tomar medidas que acaben con las colas ya. Hay que acabar con el desabastecimiento, con el alto costo de la vida, con el deterioro de servicios públicos tan fundamentales como la salud, el agua, la energía eléctrica y la seguridad. el cual fue el slongan de la campaña de la MUD el 6 de dicienbre del año pasado Esos son los  temas que tienen que abordarse de inmediato. La impaciencia colectiva está creciendo y en cualquier momento estallará con consecuencias impredecibles. Por otra parte, la confrontación política en la cual estamos sumergidos desde hace casi 20 años no nos ayuda a resolver los problemas económicos, sociales, culturales y éticos que estamos padeciendo los venezolanos. Las estrategia del gobierno es confrontada con una oposicion que se preocupa por resolver problema de indole individual como tu me dijiste defendiendo a personas que su historial deja mucho que decir como si estuvieran que pagar una deuda de interes. La estrategia del país debe ser la búsqueda de soluciones y la sustitución de la cultura de la confrontación por una cultura del diálogo y de la cooperación. Lech Walesa, el antiguo dirigente sindical polaco, nos visitó recientemente y además de darnos su testimonio de solidaridad en la lucha por los derechos humanos, nos recomendó esa cultura del diálogo y de la búsqueda de consensos para superar las dificultades. entonces por que la directiva de la asamblea nacional no se deja de tonteria y comienza a trabajar para las soluciones del pais colaborando desde su trinchera pero por el bien de los venezolana y asi hacen piso politico para hacer un pais mejor 
la  aconseja  a los venezolanos es : “Inteligencia para comprender la complejidad de la crisis y patriotismo para promover los acuerdos que ayuden a resolverla. y se escuche mas al pueblo sin despreciarlo y mal tratarlo

jueves, 25 de febrero de 2016

Guarimbeichon

Guarimbeichon
Mrs. Jacobson ha provocado reacciones que marcan un antes y un después en las relaciones entre Washington y la MUD
Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para Asuntos Americanos, ha logrado en poco tiempo lo que ningún vocero de Estados Unidos había conseguido: despertar en un sector del antichavismo venezolano cierto atisbo de antiimperialismo.

Vaya, es una exageración pedagógica: tampoco es que, de súbito, algunos sobrinos criollos del Tío Sam ahora coreen “Yankee, go home”, ni que se hayan pasado, con armas y bagaje, a la causa de un mundo multipolar, libre de la hegemonía estadounidense.

Nada de eso. De la gente que trata de liderar Ramón Guillermo Aveledo no puede esperarse algo parecido al “¡Aquí huele a azufre!”, que inmortalizó el comandante Hugo Chávez en el podio de las Naciones Unidas donde antes había hablado el criminal de guerra George W. Bush, ni alguna declaración vehemente exigiendo a la señora Roberta que no meta sus narices en asuntos internos de la República Bolivariana de Venezuela. No se le puede pedir “peras al horno”, como diría el filósofo Manuel Rosales.

Pero, sin duda, Mrs. Jacobson ha provocado reacciones que marcan un antes y un después en las relaciones entre Washington y la MUD, al menos en el plano meramente declarativo. Algo es algo.

La afirmación en la que ella vinculó a dirigentes de la MUD con una solicitud de postergar sanciones contra Venezuela provocó primero un comunicado del grupo pidiéndole a la señora Roberta una aclaratoria, y luego un artículo de Henry Ramos Allup, menos flemático, que dice cosas así:

“Siempre he creído que Estados Unidos tiene que ser un gran país para mantenerse como primera potencia mundial en todos los ámbitos, no obstante haber padecido presidentes oligofrénicos del calibre de George Bush, haber sobrevivido a las paranoias del Departamento de Estado, a las chapuzas de sus diplomáticos que solo aciertan cuando se equivocan y a las truculencias de sus inefables organismos de inteligencia”.

Habrá que esperar a ver qué hacen ahora que Mrs. Roberta ha vuelto a meter sus narices diciendo que el diálogo en Venezuela no puede ser una tertulia y que no es aceptable “dialogar por dialogar”. Ella, es claro, prefiere que sus chicos se dediquen sencillamente a “guarimbear por guarimbear”. “Guarimbeichon, please”. ¿Yes?

@VillegasPoljakE


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miércoles, 24 de febrero de 2016

En aguas de caribe, caimán nada con la panza parriba El Cayapo

Dedicado a los casi 6 millones que durante 26 años hemos luchado a brazo partido por una idea que aún no existe, por un sueño, por un futuro, por una cultura en donde los vivos no sean estos esclavos en lo que nos convirtió el capitalismo. A los que hoy estamos más convencidos que nunca de que el presente capitalista no es una opción, que bien vale heredarle la vida a los que vendrán.

 
En la guerra revolucionaria perder o ganar batallas son nimiedades que circunstancialmente benefician a los sepultureros y otros rapaces de la vida, llámense empresarios, bachaqueros u otras alimañas. Pero a nosotros los pobres lo único que debe importarnos es el futuro sin clases.
Quienes soñamos con no ser la consecuencia que somos, no podemos andar culpando a los enemigos de nuestras derrotas, de nuestras incapacidades, de nuestros miedos, de nuestras miserias.
En toda guerra, cada enemigo busca debilitar antes y durante de cada batalla las fuerzas contrarias, mal puede un general, o sus oficiales (y aquí los generales y oficiales somos los pobres y la vanguardia que reconocemos), andar lloriqueando, preocupándose o diciendo a todo el que ve que su enemigo es malo porque tiene un cañón más grande, o sus medios propagandísticos son más efectivos, o que tiene más soldados o que tiene mucha influencia en nuestros soldados, o pidiéndole a todo el que ve, que le pida al enemigo que no nos dé tan duro o que sabe manejar mejor sus armas o que ha logrado controlar a su favor a las fuerzas timoratas o que por favor quítenme del lomo a CNN que son unos hijos de puta, o que los desertores deben ser buscados y halagados para que vuelvan a nuestras filas, que a los traidores no se les debe tratar como tales, porque entonces no nos van a querer más. Quien así piensa tiene las tres cuartas partes de la guerra perdida.
El deber de todo comandante y su estado mayor conjunto, después de cada batalla, es retirarse en el mejor orden posible. Cuando lo permiten las circunstancias, recomponer sus fuerzas, curar a los heridos, preparar pertrechos y vituallas, fortalecer la línea logística, dar aliento a la tropa, destacar a los esforzados, fusilar a los traidores, disciplinar a su ejército, estudiar y conocer a fondo el territorio, poner a tono su armamento, moralizar a sus soldados, infiltrar, confundir, desabastecer, sabotear las fuentes de abastecimiento, controlar los movimientos y las acciones del enemigo permanentemente, generar sistemas de propaganda que sirvan a las necesidades reales de sus objetivos, con códigos o claves no controlables por el enemigo, que sean claros para fortalecer las fuerzas propias y que generen desmoralización en las fuerzas enemigas, estar pendiente de los imponderables (ojo abierto y ojo cerrado mientras se duerme, cambios extraños en lo cotidiano, para tomar decisiones desde lo subjetivo, incluso desde el instinto, pero sin perder un segundo el profundo conocimiento de la realidad interna y externa) y, por encima de todo, saber escoger a su vanguardia de entre los mejores de su ejército, es esto con una buena estrategia y una buena táctica lo que producirá los resultados buscados.
La fuerza que propugna el cambio (su vanguardia) está en la necesidad de crear todos los mecanismos que hagan posible su existencia y de usar los existentes (en manos de la fuerza que muere) con máxima eficacia, buscando en esa contradicción la destrucción de los mismos (financiar la revolución, no administrar al capitalismo), mientras desarrolla sus propias estructuras, de otra manera corre el peligro de fortalecer sin darse cuenta a las instituciones que sostienen lo viejo.
La realidad siempre nos llevará la delantera en la terquedad de mostrarnos hechos y no ideologías
Por ejemplo, las fuerzas del cambio sin perder un segundo debemos dedicarnos a fortalecer el núcleo duro de casi 6 millones de personas que testarudamente, obstinadamente desde 1989 estamos dispuestas al cambio, hasta que nos convirtamos en vanguardia neutralizante de las fuerzas timoratas, y atemorizadora de las fuerzas reaccionarias.
Para ello debemos crear un destacamento de vanguardia (previa desnudez de las miserias que somos y manifestamos diariamente; porque esta vanguardia no debe ser una pandilla de cómplices, ignorantes, loros repetidores, ambiciosos, pantalleros, trepadores, que se organizan en un partido para repartirse el botín obtenido de la mina), una vanguardia altamente esclarecida, que por encima de todas las cosas muestre sin tachadura alguna, ante las grandes mayorías, una enorme conciencia práctica del desprendimiento, sin asomo de martirologios, ni heroísmos peliculeros, sin previas ideologías, con un cerebro bien fresco, con una disposición a poner en duda hasta lo pensado mismo, con un método de trabajo adaptado a cada circunstancia, con niveles de organización eficientes que, no disciplinadas a ciegas sino en lo exactamente necesario, que se muestre en los resultados. Que pueda acoplarse y desacoplarse en cada situación. Entendemos que no es "para ya" la propuesta, que es difícil, trabajoso, que no es mágico, pero debemos empezar desde ya a pensarlo.

La vanguardia de carne y hueso

Para muchos el problema de la vanguardia es un mero hecho ideológico, donde basta con que las personas repitan discursos, obedezcan órdenes, cumplan tareas, para que sea cónsono con el perfil, pero los procesos demuestran que las vanguardias son de acuerdo con las necesidades, y eso no es ni para bien ni para mal, es porque así ha sido, y así debemos verlo, y sobre ello actuar. La realidad siempre nos llevará la delantera en la terquedad de mostrarnos hechos y no ideologías.
La vanguardia siempre actuará a favor de los intereses que su práctica social le exige. Si en eso coinciden burgueses, pequeñoburgueses y proletarios, la vanguardia será policlasista (como lo ha sido la nuestra), en la medida en que cada uno va logrando sus intereses hará esfuerzos por detener el movimiento social, se tornará reaccionario. Esto, por ejemplo, explica el accionar de Peña, Miquelena, Cisneros, los dueños de El Nacional, por nombrar algunos, asimismo la conducta de miles de funcionarios de alto rango, que ante cada uno de esos momentos han obedecido al cumplimiento o disolución de planos e inicio de otros, convirtiéndose en insumos del basurero de la historia.
La vanguardia proletaria tiene ahora como tarea aclararnos la necesidad de crear nuestro propio pensamiento. Ya no podemos seguir actuando con ideas prestadas, en los proyectos y planes de otras clases; nosotros debemos crear lo distinto, la otra cultura.
La vanguardia debe discutir su tiempo y sus tareas basado en el análisis de la realidad, hoy es el tiempo de la batalla clara y simple entre lo individual y lo colectivo.
Trascender sustancialmente es una opción, la otra es ser aplaudidos ahora y olvidados para siempre
La vanguardia que sueña o pugna por lo colectivo tiene la gran e impostergable tarea de informar cómo se comporta lo individual y sus resultados, pero no debe hacerlo sobre supuestos ideológicos, sino sobre la realidad. Por ejemplo, debe decirnos a la mayoría que la única que puede resolver por vía del conocimiento de los problemas, es la mayoría misma. La vanguardia debe acompañarnos en la adquisición del conocimiento a las mayorías, debe ayudarnos a comprender su procesamiento, pero por encima de todo la vanguardia debe tener un sueño colectivo de país, de planeta. De otra manera repetirá historia y se diluirá como cualquiera de los miles de hechos anecdóticos que cotidianamente empobrecen a los pueblos. Y sobre todo a los pueblos que, como nosotros, somos mina con dueño.
El Congreso de la Patria es un buen punto de partida, en donde debemos encontrarnos todos, y ese encuentro debe planificarse para que no se repitan los viejos métodos de los cinco minutos: "le quedan dos, ya habló demasiado". El director de debate, la mesa directiva, la mesa de trabajo, dictaduras disfrazadas de participación protagónica en donde relucen los dictadores grandes o pequeños, a según sean los intereses que buscan o representan. Necesitamos un método en donde podamos escuchar, hablando todos, de todos los problemas.
¿Qué pasaría si en vez de estar pidiendo que nos llenen la barriga de la infinita necesidad, se financiara organizadamente con disposición política, en los campos, en las rancherías de pescadores, en las empresas del estado, en los barrios, centros de investigación, centros de conversas permanentes sobre el humanismo y sus consecuencias, sobre su aparato de producción, el capitalismo y sus consecuencias, sobre la posibilidad de otra cultura, sobre el cómo el pensamiento mágico, religioso, guerrero, ha mantenido estancada a la especie y ha destruido al resto de la naturaleza, como es que ese pensamiento fragmentario nos separa hasta el infinito, para protegerse del hambre el miedo y la ignorancia?
El apuro construyó este mundo poderoso, la otra cultura no puede sustentarse en ese mismo principio, los cementerios están repletos de gente muy apurada, de gente que todo lo quería para ayer.
Trascender sustancialmente es una opción, la otra es ser aplaudidos ahora y olvidados para siempre.
Este maravilloso laboratorio que es la revolución nos invita al ensayo, al invento, al error creativo. Todo está por aprender, todo está por ganar. Ni esperanzas ni utopías, los pobres somos el horizonte.

AN necrófila

La bancada opositora llegó a la Asamblea Nacional vociferando -y creyéndose- que con ella empezaba la historia EARLE HERRERA | 29-01-2016 05:00:00 a.m.
Sus sofocados oradores acusan a los del boque de la patria de tener un chic en el cerebro. A partir de aquí, cuando usted espera un despliegue de originalidad, disparan una insufrible retahíla de lugares comunes neoliberales que la década de 1980 borró de forma cruenta en América Latina.

Los “nuevos diputados” creen que están inventando la retórica que el puntofijismo martirizó durante 40 años. Venidos de la libre empresa muchos de ellos, a sus discursos agregan técnicas del marketing, mezcladas con el más manoseado amarillismo periodístico. No son los creadores del sensacionalismo parlamentario, pero evitarían poses cómicas y hasta sublimes si se tomaran la molestia de ver la película Si yo fuera diputado, del genial Mario Moreno. De esa cinta, por cierto, sus ancestros adecos se copiaron sin rubor el eslogan “Como tú”, que le encasquetaron al candidato Jaime Lusinchi. La inclinación al plagio es mendeliana. Y adeca.

Ahora les dio por la necrofilia, no en el sentido de atracción hacia los cadáveres de la erótica surrealista, sino de explotación política de la muerte para elevar la precariedad discursiva con el dolor ajeno. La técnica es simple y brutal. Poner ante los micrófonos de la Asamblea y frente a decenas de cámaras a una persona sacudida por la muerte de un ser querido. Aquí todo discurso pierde sentido. ¿Qué decirle al joven que llora en público la muerte de su madre, a los padres que sufren en casting abierto el fallecimiento de una hija o de la esposa cuyo marido murió en un accidente laboral y la someten a un centelleante bombardeo de luces?

Después no se sabe más de esas personas. A algunas las ve usted por los pasillos preguntando por tal o cual diputado. El “orador” que hizo llorar a la audiencia, no con su eficacia retórica, sino con el dolor hecho pasto de medios, busca otras víctimas que lo hagan sentir un Martín Valiente o una suerte de Santos Luzardo yuppie. Si se cumple el símil decibélico de Andrés Eloy entre el carro viejo y el diputado nuevo, es probable que con el tiempo recuperen la sindéresis. 

Profesor de la UCV


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La derecha se chaviza

Ya Fedecámaras rezongó que las jubilaciones tiene que pagarlas el Seguro Social, no la empresa privada
Impedida de zafarse de la sombra de Chávez, la oposición optó por arroparse con su luz. Aceptar la noble realidad de la Gran Misión Vivienda Venezuela y hasta proponer una ley para apropiársela, independientemente de la intención de fondo, es un tributo que muy a su pesar la derecha le rinde al comandante. Ver al partido Primero Justicia, después de negarla con vehemencia, tremolar la bandera de la Gmvv, no deja de ser una imagen y realidad política que provoca extrañas sensaciones en los suyos y los ajenos. Y en el mismo chavismo, una sonrisa de irónica victoria.

No es solo Primero Justicia. Todos los partidos de la MUD, desde AD hasta Voluntad Popular, se convirtieron en furgón de cola de los logros chavistas. Algo les cae de la indulgencia que ganan con escapulario ajeno. En la Asamblea Nacional el reconocimiento a la Gmvv fue unánime, incluso de los mismos que intentaron quemar más de un urbanismo. La dialéctica es sencilla y tan cruel como cínica: en vista de que no pudieron deschavizar al país -hacer invisibles sus obras- decidieron chavizarse ellos. Maquiavelo parece haberlos asesorado desde un módulo de Barrio Adentro.

Cuando la militancia a la que enseñaron a odiar a Hugo Chávez no salía de su sorpresa, la derecha reconoció que el chavismo llevó a más de tres millones el número de pensionados. Debían también ganarse a los beneficiarios de la Misión Adulto Mayor y propusieron un bono de alimentación y medicamentos. Esto era igual a decirle a los abuelos y abuelas de la MUD, bajito en el oído: “¡Chávez vive!”, como para que nadie oyera, pero ya esto no era posible: todo el mundo oyó. 

La surreal chavización de la oposición empieza a preocupar a la derecha interna y foránea. Ya Fedecámaras rezongó que las jubilaciones tiene que pagarlas el Seguro Social, no la empresa privada, mira tú. Pudiera estarse empollando un Caracazo o 27-F al revés, esto es, de oligarcas contra los partidos que financiaron. Tanta guarimba para terminar asumiendo el ideario social de Hugo Chávez tiene descorazonado al mismo Washington. Urge que la oposición encuentre “La Salida”, pero no del chavismo, sino de su repentino ataque populista.

Profesor UCV


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El tal presidente del Parlamento

Está conmovida. Está a punto de tomar la palabra, pero se aguanta
Está conmovida. Está a punto de tomar la palabra, pero se aguanta. Hasta que al fin se decide: “Es una vil demostración de que nosotros no queremos nada con el pueblo, ese tal presidente de la Asamblea Nacional, cuando se expresa así de un venezolano que venía de su trabajo y murió asesinado por alguien que colocó una guaya en su camino, eso es propio de gente que sigue viviendo en el pasado, que no ha entendido que el mundo entero cambió para siempre, y que estamos en el siglo XXI y que ahora sí es verdad que nada humano nos es ajeno”.

Cinthya Machado Zuloaga espera un momento. Respira y toma nuevamente la palabra: “Tampoco el tal presidente de la Asamblea Nacional tenía derecho a responder en ese momento el discurso del Presidente, pero menos mal que lo hizo, porque así redescubrimos una vez más la calaña de persona que es, porque al referirse a las 43 víctimas de las guarimbas, dijo así adecamente: “El tal muerto de la guaya”. Y eso lo retrató para siempre como representante de las minorías, de esas que, como dice mi padre, nacimos para mantener y soportar gente como él”.

El mesonero tiene rato de pie al lado de la mesa escuchando a Cinthya. Se decide a colocar la botellita de agua Evian y el café negro sobre la mesa y dice: “Solidario siempre con usted mi reina mundial. No se ofusque, aunque también, ofuscada, usted se sigue viendo linda”. Y se marcha asombrado, como siempre, ante tanta belleza natural.

Y dice Cinthya: “Duele este retroceso. Este viaje al pasado. Este pitecantropus erectus. Este período paleolítico. Y lo peor es que ese tal presidente de la Asamblea Nacional lo que está haciendo es dejando a Julio fuera de juego. Ya antes lo ofendió cuando lo llamó lechuguino y petimetre, y ahora lo está ofendiendo también de esta manera, como diciéndole que de ahora en adelante el líder es él”.

Toma un sorbo de agua y termina diciendo: “Lo peor es que dice que el cambio que propusieron no era un cambio de nombres o de caras, es, lo que habíamos creído todos en casa, un cambio político, pero escuchándolo, ahora sabemos que es más de lo mismo: el desprecio a las mayorías nacionales”. 

Roberto Malaver
@RobertoMalaver


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Palabras de John Kelly

Los diputados de la oposición venezolana están demostrando, con su actuación en la Asamblea Nacional, que no olvidan sus compromisos, que de paso, no son los compromisos que tuvieron con el pueblo, sino con el gobierno de Estados Unidos y más
Unos meses antes de las elecciones parlamentarias, en CNN, uno de los mentimedios -como los califica el escritor argentino Mempo Giardinelli- del gobierno de Estados Unidos y la oposición venezolana, presentó una entrevista con John Kelly, el jefe militar del Comando Sur de Estados Unidos. El hombre dijo que rezaba 40 segundos todos los días por Venezuela y que estaba preocupado por lo que pudiera pasar en este país. Pero también dijo -copio textualmente-: “Si hay alguna crisis humanitaria -el subrayado es mío- importante, es decir, un colapso de la economía, al punto que necesiten desesperadamente alimentos, agua y cosas como esas, entonces podríamos reaccionar a eso solo si nos lo piden la ONU, la OEA o la FAO”.

Muchos meses después, frente al país que los vio perplejos, los diputados de la oposición venezolana recordarían la tarde en que John Kelly les dijo lo que tenían que hacer y levantaron las manos para aprobar por unanimidad que en Venezuela hay una crisis humanitaria.

En verdad que los diputados de la oposición son muy buenos cumpliendo con la gente que los financió para llegar hasta la Asamblea. Ya lo demostraron también cuando se negaron en pleno a apoyar el acuerdo que condena las intromisiones de Mariano Rajoy en los asuntos de Venezuela. Pareciera que Rajoy sabe que cuenta aquí con diputados que lo van a apoya; por eso, no importa lo que esté pasando en España, para que Rajoy declare contra Venezuela.

Pero no solo cumplen con el gobierno de Estados Unidos aprobando por unanimidad las palabras de John Kelly, y con el gobierno de Rajoy negándose a votar en contra de su política injerencista, también cumplen, y es muy lógico, con sus patronos de Fedecámaras, y desde allá les llegó la orden de no aprobar la emergencia económica, y listo, todos como un solo hombre, rechazaron la emergencia económica.

No se puede negar que los diputados de la oposición venezolana son bien cumplidores.

@RobertoMalaver